Las concentraciones de vitaminas en estos productos son mayores y, además, en algunos casos salen un 70 % más baratos que sus homólogos frescos
Cada persona en España consume de media 57,94 kilos de verduras frescas al año, casi un 10 % del total de alimentos de la cesta de la compra nacional, según los últimos datos de Consumo Alimentario del Ministerio de Agricultura. El alza generalizada de los precios ha obligado a ajustar los hábitos de consumo y a tirar de productos más económicos.
Las verduras congeladas están en el punto de mira por ser más baratas.
Un sondeo realizado la semana pasada en supermercados y tiendas online evidencia que el precio de productos frescos como los guisantes (5,38 euros el kilo), calabacines (4,14 euros el kilo), zanahorias (2,82 euros el kilo), espinacas (6,37 euros el kilo) y judías verdes (2,25 euros el kilo) duplicaban —y en algunos casos triplican— el coste de estas verduras en su versión congelada. Que el precio sea mucho más elevado en un caso que en otro no tiene que ver con la calidad en sí del producto, sino con su durabilidad. Lo explica el experto en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, Pablo Zumaquero.
«Cuando tú puedes comer un producto durante un año o dos años porque no lo tienes que tirar, entonces su precio disminuye.
Los frescos se deterioran más rápido y hay que tirarlos a los pocos días y por ello su coste es más elevado», explica.
Respecto a sus propiedades nutricionales, este experto subraya que las verduras congeladas son fantásticas. «Conservan muy bien sus propiedades porque reducir la temperatura a estos productos alarga su vida útil. Además, hace que no crezcan las bacterias ni los microorganismos».
Esto es lo que ahorras si compras verduras congeladas:
- Guisantes: 1,45 euros/ kilo (73 %)
- Calabacines: 2,82 euros/ kilo (31 %)
- Zanahorias: 1,05 euros/ kilo (62 %)
- Alcachofas: 5,22 euros/ kilo (25 %)
- Espìnacas: 1,98 euros/ kilo (68 %)
- Judías verdes: 1,35 euros/ kilo (40 %)
Esta opinión también la comparte David Novo Pantín, nutricionista de Narón, quien afirma que las concentraciones de algunas vitaminas pueden llegar a ser mayores en algunos productos congelados frente a los frescos. Esto se debe a que las bajas temperaturas paralizan las pérdidas nutritivas que se pueden producir por oxidación en los productos frescos.